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Higinio

El monopolio de la VERDAD

Sólo puede aspirar a tal el loco, el tonto, el imbécil o el Papa. Lo siento por la rudeza de la afirmación... que no aspira a ser Verdad, claro está. Es sólo la certeza que me da el sentido común y la experiencia de mi vida hasta ahora.
La característica clave de la Iglesia católica es sostener su necesaria existencia como intermediaria entre los humanos (hombre y mujer los creó, dicen, por tanto y para no ser giliprogre, diremos “humanos”) y la divinidad. Consecuencias de ese axioma son, entre otros, la larga persistencia del analfabetismo (incluyendo también el “visado” sobre lo que pueda decir la ciencia) y la funesta inclinación al fundamentalismo.
Quien esto escribe lucha permanentemente por huir del “fundamentalismo” (laico, en este caso, aunque se incurra en contradicción, pero así lo sostienen los defensores de la “única VERDAD”) heredado tras 8 años de convivencia con esos sostenedores de Verdad, además de la férrea educación nacional-católica que rodeó la infancia y adolescencia del mismo.
Pues bien. Ahora, tras la aceptación universal (católica, por tanto, si el sinónimo es generalizable) de que el matrimonio es un contrato, viene la VERDAD y dice que sólo lo es el que realizan hombre y mujer (se supone que para procrear “almas” que contribuyan al sostenimiento de la Iglesia). Y, además, como corolario, sólo existen hombre y mujer, pues así “los creó”.
No hay más matrimonio que el canónico y -se supone- el civil debe supeditarse a éste. ¿Hace falta recordar la sarta de tonterías que dijeron los obispos españoles a comienzos del siglo XX cuando Canalejas –aquél “anticlerical” y “comecuras” ¡!- introdujo el matrimonio civil?
Hace menos de un año se celebró un matrimonio canónico en este país, en España, acompañado de la ceremonia civil también... como “segunda oportunidad” para uno de los contrayentes... que antes había “probado” el matrimonio civil exclusivamente. ¿Se entiende que vivió en concubinato antes y eso se “limpió” con una simple confesión y la penitencia consiguiente?
Lo cierto (joder: ya me salía “la verdad es que...”: ejemplo de mi educación en la VERDAD) es que la evidencia no es algo que pueda destruir la VERDAD. Se han necesitado 350 años para aceptar que Galileo no iba desencaminado. Tiempo más que suficiente para que Belarmino, el cardenal que sostenía la VERDAD inspirase las mayores tonterías en los acólitos de esa VERDAD.
Para profundizar en las tonterías actuales: Conferencia episcopal Este órgano colegiado, reserva espiritual de occidente se resiste a perder el monopolio de la VERDAD aquí y -se supone- es la boca del Papa, que a su vez lo es del Espíritu Santo, que es uno de tres... Y si a imagen de ese "uno" fuimos hechos... TODOS SOMOS TRES AL MISMO TIEMPO, entiendo que hombre, mujer y el intermedio. ¿De qué se escandalizan?

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