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Higinio

Legitimidad y democracia (2)

No es la primera vez que sale este asunto en mi bitácora (enero de 2006, por ejemplo: la democracia matemática). Mantengo la misma posición que entonces. Legitimidad y legalidad no son lo mismo. La primera se rige por un criterio más moral que normativo, aunque haya algo de éste. El criterio de legalidad es puramente normativo: se podrá estar en contra de la ley, pero es la ley. Es algo viejo y, en latín, los creadores del Derecho como lo conocemos hoy, ya decían "dura lex, sed lex".

Y la democracia, como se entiende hoy aquí y en todos los sitios (incluido ese residuo del Edén que es el núcleo duro de Euskal Herría... o debiera entenderse, claro está) es un estado de derecho. Y el estado de derecho se legitima por su contenido moral. Y nada más. Si se quiere, el hecho de que la mayoría así lo decida directa o indirectamente, por activa o por pasiva en cada elección, es también una legitimación. Pero la legitimidad del estado de derecho está en su contenido moral: la reglamentación del acceso al poder de forma pacífica y el ejercicio del mismo con garantías para los ciudadanos.

Así, pues, la democracia actual es así. Es un estado de derecho. Y donde no se da éste, no hay democracia. Dicho de otra forma: no reconocemos ahí democracia. Por eso, la "democracia birmana" o la "democracia popular china", o "la democracia popular cubana" y hasta la "democracia socialista de Chávez", pueden ser democracias y llevar ese nombre como sustantivo o como calificativo, pero nadie en su sano juicio las reconoce como tales. Ahí, en todos los casos, el estado de derecho es inexistente, aunque el derecho se sostiene, claro que sí. 

Es inexistente porque los ciudadanos no tienen sus derechos protegidos al quedar algunos de ellos relegados por la imposición de una moral que no empareja con la democracia que crea individuos libres. Podrán estar "acompañados del Estado de la cuna a la tumba", pero están demasiado amparados, hasta en su intimidad y en sus movimientos, en su pensamiento y en lo que pueden o no decir. Es un recorte grande ya. Aunque rebosen de comida, si fuese el caso.

No son estados de derecho porque éste se viola continuamente y a favor de unos objetivos políticos de moralidad dudosa. Pero, sin embargo, pueden hasta ir acompañados de plebiscitos, consultas electorales (Chávez no tiene inconveniente en ello porque el populismo todavía le avala) y lo que se quiera. Será número, mas no legitimidad democrática.

Y no lo es porque falta la otra parte. El respeto a las reglas. Democracia, estado de derecho, son la combinación adecuada de número y reglas. Es cierto que eso frena el cambio o lo ralentiza enormemente, pero también permite sopesar y razonar los cambios. Y no creo que el populista Pericles pensase que el ejercicio de la democracia plebiscitaria al margen de reglas de estabilidad fuese buena cuando perdió el favor del pueblo. Nadie, por muy demócrata que sea. Pues bien, para evitar ese sabor, la regla es fundamental. No para que se apeguen al cargo los indeseables, pero sí para que pase el tiempo justo que permita evaluar la actuación de los cargos institucionales y de sus programas y actuaciones.

Por eso las elecciones no son todos los días o semanas, sino que se marcan un tiempo. Razonable o no, pero un tiempo limitado. Y hay reglas para acceder a ello: inscribirse en un registro, participar según normas en el proceso, etc.

Entonces, si hay reglas y esas son lo fundamental del juego ¿por qué no se respetan siempre que se juega? ¿quién da la bula para saltárselas? Según el artículo que colgué ayer y que sólo es uno más de los que emite el PNV de forma permanente, la legitimidad que da el que "hable el pueblo". Pues bien, si el pueblo es el que cantaba "María Ostiz", la hostia. Pero si es el pueblo vasco en medio del conflicto vasco y "para decidir", entonces sí, entonces eso legitima...

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