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Higinio

La identidad vende en política...

Los serbios apoyan ampliamente (más de la cuarta parte de los votos) la opción política ultranacionalista y que exculpa a quienes están siendo juzgados hoy en La Haya. Tengo para mí que esos “presuntos” criminales de guerra no son los únicos culpables del desencadenamiento de la misma: el fallecido Franco Tujman (croata, también nacionalista) y sus seguidores también participaron con ahínco (se sabe que estaba comprando armas en el extranjero cuando era miembro de la presidencia colegiada de Yugoslavia). Y Alia Itzebegovic hablaba de una Bosnia “musulmana” en un país, Yugoslavia, donde la etnia constaba en el pasaporte pero no impedía una mezcla amplia (más de la mitad de la población, como media: dos de cada tres en la ciudad). Por cierto: la Croacia “libre” estuvo ampliamente apoyada por los miembros de la “diáspora”, especialmente los argentinos. Y su independencia, acelerada por Alemania (eufórico Khol por el derrumbe del comunismo y la absorción de la “otra” Alemania. Luego vino la guerra.
En Rusia las peores opciones apuestan por el nacionalismo panruso y su enfrentamiento a otros nacionalismos sedicentes y secesionistas: la obsesión de y por Chechenia es un ejemplo. Putin es lo que es por sus concesiones a la galería nacionalista.
El indigenismo latinoamericano es otra forma de nacionalismo, ahora que el “criollismo” ya no tiene sentido y “la nación” que creó las Repúblicas ya no se reconoce. Ese criollismo tuvo su momento final en las protestas contra “la nueva reconquista” que Telefónica y otras capitaneaban. Ahora sólo le queda el recurso a los colores de los equipos de fútbol y selecciones nacionales.
El fundamentalismo árabe es también un nacionalismo étnico: una identidad para sobrellevar la desgracia de unos jefes de clan metidos a políticos del siglo XX (o XXI) ineptos e ineficaces.
Por todas partes el nacionalismo, la identidad construida (construir país) frente al enemigo que de forma aviesa ahoga el futuro de “mi” tribu.
Pero ¿no será ese pasado que se jalea desde la actual melancolía –enfermedad grave debida a una subida de los humores fríos- el verdadero enemigo? ¿Somos conscientes de que en el pasado había la misma tasa de hijosdeputa que hay hoy? ¿Sabemos que Aitor, Breogán, Abraham y tantos “patriarcas” tenían también su lado oscuro de auténticos hijosdeputa? ¿No servirá ese pasado a los intereses del cacique y sus sacerdotes que así monopolizan los ritos comunitarios, además de los sustanciosos ingresos por los impuestos? ¿No es tremendamente “barato” encender la mecha llamando a la “defensa del país” a los jóvenes? ¿Más “libertad” en la independencia junto con más “solidaridad”? ¡Ja!.

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