Una alegría
Sí, una alegría produce conocer que en poco más de 125 años (cinco generaciones, de las que tres coexisten en este momento) la mujer, ha logrado superar en número de titulaciones universitarias al varón. En España parece que son, a censo de 2001, 2,9 millones de mujeres tituladas en la Universidad (diplomaturas, licenciaturas...) por los 2,2 millones de varones.
Es una alegría y una confirmación de que el siglo XXI es el de la mujer. Buen comienzo. No sé cómo será el resto de la historia, pero me alegro de este comienzo.
No se sabe ese futuro pero algún nubarrón sí que lo hay. Por ejemplo, ese volumen de tituladas no se corresponde con el número de mujeres empleadas en puestos que requieren ese título: subempleadas, en paro... o como población inactiva (recuérdese, ¡hay que joderse!, que es inactivo no quien está al paro, sino el que no cuenta para la Contabilidad Nacional), forma técnica para llamar a las amas de casa y meterlas con pensionistas, niños... Tampoco se corresponde con su presencia en la Universidad (habrían de ser 3 de cada 5, pero...), allí donde adquirió el título. En fin, parece que sólo en la política y más por voluntad que por casualidad se van igualando en responsabilidades.
Y es una lástima. De mis diecisiete años laborales, 11 he estado a las órdenes directas de mujeres. Y no lo han hecho mal: a menudo mejor que los directores que tuve. Pero este recuerdo me sirve para situarme en otro peldaño: no sé qué es eso de estilo femenino en la conducción de un equipo. ¿Es Paloma Botín diferente a la hora de tiburonear que su padre? ¿O la Koplowice? ¿Despiden, ejecutan, negocian diferente? No. Acaso en la relación personal sí podrán presentar diferencias, pero ese contexto es circunstancial y, aunque determinante a veces, no permite hablar de un estilo femenino. No diferente al estilo personal.
Esta reflexión personal la pongo en relación con otra percepción: si hace unos años sólo iban a Garantía Social (los módulos de iniciación profesional para quien no alcanzó ni parece alcanzar el Graduado en ESO) los chicos o en mucha mayor propoción los chicos que las chicas: 4 chicos por cada chica-, ahora la tasa tiende a igualarse. Y es una tendencia que se ve en otros aspectos de la juventud: la creciente adicción al tabaco, al alcohol, la creciente presencia femenina en la violencia juvenil... Es otro nubarrón negro y de tormenta.
Y es serio porque da que pensar: lo contingente del Estado del Bienestar (uno puede pensar que es un peldaño alto de la civilización, pero ve la crisis encima) y la realidad de que la mujer, en los niveles más bajos de la sociedad lleva siempre la peor parte: más que duplica el número de pobres, y triplica el número de empleos desvalorizados socialmente... y multiplica por 70 el número de muertes violentas en el entorno familiar. No por devoción masoquista, sino por falta de recursos para plantar cara al machito que se crece por aportar el peculio familiar.
Pero, repito, es una noticia buena. Felicitémonos.
Es una alegría y una confirmación de que el siglo XXI es el de la mujer. Buen comienzo. No sé cómo será el resto de la historia, pero me alegro de este comienzo.
No se sabe ese futuro pero algún nubarrón sí que lo hay. Por ejemplo, ese volumen de tituladas no se corresponde con el número de mujeres empleadas en puestos que requieren ese título: subempleadas, en paro... o como población inactiva (recuérdese, ¡hay que joderse!, que es inactivo no quien está al paro, sino el que no cuenta para la Contabilidad Nacional), forma técnica para llamar a las amas de casa y meterlas con pensionistas, niños... Tampoco se corresponde con su presencia en la Universidad (habrían de ser 3 de cada 5, pero...), allí donde adquirió el título. En fin, parece que sólo en la política y más por voluntad que por casualidad se van igualando en responsabilidades.
Y es una lástima. De mis diecisiete años laborales, 11 he estado a las órdenes directas de mujeres. Y no lo han hecho mal: a menudo mejor que los directores que tuve. Pero este recuerdo me sirve para situarme en otro peldaño: no sé qué es eso de estilo femenino en la conducción de un equipo. ¿Es Paloma Botín diferente a la hora de tiburonear que su padre? ¿O la Koplowice? ¿Despiden, ejecutan, negocian diferente? No. Acaso en la relación personal sí podrán presentar diferencias, pero ese contexto es circunstancial y, aunque determinante a veces, no permite hablar de un estilo femenino. No diferente al estilo personal.
Esta reflexión personal la pongo en relación con otra percepción: si hace unos años sólo iban a Garantía Social (los módulos de iniciación profesional para quien no alcanzó ni parece alcanzar el Graduado en ESO) los chicos o en mucha mayor propoción los chicos que las chicas: 4 chicos por cada chica-, ahora la tasa tiende a igualarse. Y es una tendencia que se ve en otros aspectos de la juventud: la creciente adicción al tabaco, al alcohol, la creciente presencia femenina en la violencia juvenil... Es otro nubarrón negro y de tormenta.
Y es serio porque da que pensar: lo contingente del Estado del Bienestar (uno puede pensar que es un peldaño alto de la civilización, pero ve la crisis encima) y la realidad de que la mujer, en los niveles más bajos de la sociedad lleva siempre la peor parte: más que duplica el número de pobres, y triplica el número de empleos desvalorizados socialmente... y multiplica por 70 el número de muertes violentas en el entorno familiar. No por devoción masoquista, sino por falta de recursos para plantar cara al machito que se crece por aportar el peculio familiar.
Pero, repito, es una noticia buena. Felicitémonos.
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