Blogia
Higinio

La confesionalidad de los poderes públicos

La constitución hace de España un Estado aconfesional. Por desgracia, no se declara laico. Aunque hay imbéciles que dicen (desde dentro de la religión, claro) que el laicismo es otra religión, pero sin Dios: cree el tonto que todos son tontos. Pero nada nuevo si denunciamos que hay demasiado dios en política, en los ámbitos del poder público. Y no sólo en la derecha que son, por adscripción, carne de confesionario y olor de santidad (o sea, podrido). El tontobono, ya lo dejó claro al tomársele juramento. Y en la toma de posesión.
Hace unos días se quejaba Javier Marías en su artículo de EPS del 4 de julio (ver día 6 del blog) de los inconvenientes para el ciudadano de que se tomen tan en serio por los poderes públicos asuntos que son de individuos particulares. Aunque, nuevamente los interesados insistan en que el 90% de los españoles son católicos ¿y deberían ejercer de tales?.
Me ponen imposibles para dejar de pertenecer a esa religión de la que abomino. No me excomulgan si no les armo una (un sacrilegio que, por otra parte, está penado por la ley como “ofensa grave a una religión”) y, encima, cuento como un asociado para que sigan viviendo del cuento y sacando pasta gansa al Estado, al contribuyente.
Pues bien, quiero que de una puta vez se separe la Iglesia y el Estado. Mecagonlaostia: ya está bien de representantes de todos (incluidas ellas y los intermedios) que se arrodillan ante un gilipollas elegido en una cadena de mando que va del monarca absoluto (a su vez elegido tan democráticamente por un conjunto de vejestorios que él mismo ha ido colocando ahí) al señor feudal que gobierna una diócesis. Representantes que en esa ceremonia absurda (por mucho que el contenido guste al populus: también gusta a más de la cuarta parte de la población el porno y no veo yo que acudan con escoltas a los cines o a los sexshop en peregrinación.
Desde aquí, mecagon los políticos que, como representantes públicos, acuden a actos religiosos. Como individuos particulares (y, por tanto, pagando de su bolsillo la escolta) que hagan lo que les dé la gana, pero como representantes del Estado, no. Y los de más arriba y no elegidos sino por derecho propio, también. No te jode.

0 comentarios