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Higinio

Aplicación de la teoría del imbécil social

Decíamos que el imbécil social es el tonto útil del hijoputa social. Vamos a aplicar la teoría en un caso concreto: el autor de la expresión atentado teledirigido. ¿Es tonto? Pues sí. ¿Es gilipollas? Pues sí. Es un imbécil social. Vamos a ver.
Los griegos llamaban idiotiké al que quedaba fuera de la ciudadanía por no tener capacidad de raciocinio. Es de ahí de donde nace la teoría del imbécil social.
El raciocinio es una capacidad humana que se aplica a desentrañar la realidad siguiendo una secuencia lógica de antecedente y consecuente. Por tanto no es humano algo que habla, que dice cosas (las dicen los loros, por ejemplo); no es algo que se puede expresar a través de un lenguaje más o menos simbólico (los chimpancés pueden hacerlo); no es algo que entiende el lenguaje humano sin más (parece que hay un perro que sí entiende hasta 250 palabras); & cetera. No, no se es humano por eso: se es humano por razonar. Ni siquiera por ser brillante en la expresión: un loro puede hacerlo hasta aburrirnos.
Entonces el autor de la expresión atentado teledirigido no es alguien dotado de raciocinio... a priori. Pero tampoco a posteriori, como espero demostrar.
La repetición ad nauseam de la conspiración PSOE-Guardia Civil-Policía Nacional-Mineros asturianos-Gitanillo-Trashorras-Toro-Mohamed de Marruecos-& cetera perfectamente documentado por los (aquí no es necesario demostrar nada: me remito al final de las notas para una teoría del imbécil social) periodistas mercenarios de El Mundo del siglo XXI (joder, si ese es el mundo que tenemos por delante) no demuestra que sea verosímil. Aún así, quien debería mostrar la responsabilidad propia del cargo político que ostenta (debida, por lo visto a su afán de “hacer dinero en la política” como consta en grabaciones de hace unos años), sigue abonando la teoría.
No razona: repite cual altavoz lo que JPedro dice y manda decir. Y lo hace para joder. Esa, recuérdese, es una característica básica del imbécil social. Ahora bien, cuando se está en la altura en la que está el autor de la feliz expresión, se corre el riesgo de ser elevado por patada en el culo al nivel de hijoputa social. Eso sí, hay que tener entidad para ello. Y no sólo cara bonita y aire de chuloputas.
No hay lógica, sólo suposición y la verosimilitud de esa mierda que salpica al ponerla delante del ventilador. Como tiene en alta estima su traje, se pone detrás del ventilador... pero acabará saltándole. Por lo pronto, no lo quieren ni en su tierra... no vaya a ser que ensucie las naranjas.

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