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Higinio

Diatriba por la educación (10)

La materia de Religión es una de las estupideces más importantes que se mantienen en este siglo XXI. No tiene más sentido que el dinero (público, de todos los contribuyentes) que ingresa la Conferencia Episcopal y el influjo que desde ahí mantiene y le hace parecer algo en una sociedad crecientemente (y felizmente) laica. Los acuerdos con el Vaticano, permanentemente invocados debiera decirse muy alto que son “preconstitucionales” a pesar de publicarse inmediatamente después de entrar en vigor la Constitución. Precisamente eso es una muestra de la cesión de derechos a favor del Vaticano que hizo la joven democracia española. Los acuerdos estaban “cerrados” en agosto de 1978, cuatro meses antes de la aprobación de la Constitución en referéndum, mes y medio largo antes de la aprobación en las Cortes de esa constitución. No es, pues, algo constitucional y debería denunciarse ya. Es más: le cabe el honor de “prorrogar” ese acuerdo impresentable al imbécil del bigote que anda por ahí dando lecciones de “liderazgo mundial” en 1999 al cumplirse los 20 años del acuerdo. La “derechona” existe: yo la he visto.
La doctrina (catecismo) fue obligatoria secularmente en este país. Algo tendrá que ver también a la hora de juzgar la estupidez imperante, tan a la vista en el juicio que los mayores de 50 años dan sobre el matrimonio (civil, no se olvide) de las personas del mismo sexo y en mil opiniones más sobre moral.
La catequesis en la iglesia o en la sacristía o en los anexos de la iglesia. No en el aula, espacio público de todos y para todos. La iglesia lo es para sus acólitos, que son los que necesitan el adoctrinamiento. Y que conste que no me dejo pastorear. Ni quiero que me salven. Conozco demasiado bien el percal.
¿Qué se da en la asignatura de Religión? Nada. N-A-D-A. Científicamente nada porque no ha lugar. ¿Doctrina? Sí, pero en un grado tan elemental que no justifica las 200 horas de toda la ESO invertidas en ello. Más, por cierto, que las dedicadas a los contenidos de Biología, Química, Física y tantos como a la Música o a la Plástica. Fíjense en la insensatez.
La asignatura está como maría en el currículo. Y esa es la queja de la Iglesia para mejorar su enseñanza. Pero es la pescadilla que se muerde la cola: ni antes con la alternativa (obligatoria) de la Ética, ni ahora que se le llenan las aulas para no ir a las alternativas tipo SCR (Sociedad, Cultura y Religión) porque aquí sí estudian... ni de ninguna de las formas: los profesores (y las profesoras de religión que cumplen adecuadamente la forma de vida cristiana que estandariza el obispado) dan doctrina y algo de las otras religiones porque (es obligado) dan religión comparada... para situarse y justificar la materia. Pero de Teología nada: cuentos y leyendas. Y, créanme, sé de qué hablo.
¿Mejores personas? No me hagan reír, que me enfurezco. Y no se olvide el sistema de contratación de ese personal: lo elige el Obispo a su capricho, lo nombra la Aministración y lo pagamos todos. Hay que joderse...

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