Diatriba por la educación (17)
Otra vez no soy yo el que escribe, sino el que suscribe. El autor de este artículo publicado hoy 5 de Octubre de 2005 en La Vanguardia es el que fue director muchos años de Cuadernos de Pedagogía. Sólo con eso tendría un currículo inmenso para opinar de este asunto, de la Educación. Pero, si eso no le sirvió para que no lo echaran sin ni siquiera las gracias de la administración de la revista (el cambio de editor se lo llevó por delante)deberíamos decir que animó todas las corrientes de Renovación Pedagógica que desde Cataluña se extendieron por toda España desde los 70 ya. LÉASE
Decálogo para otra escuela
Una escuela pensada en el siglo XIX, con un profesorado formado en el XX, debe educar alumnos para el XXI
JAUME CARBONELL SEBARROLLA - 05/10/2005 [LA VANGUARDIA]
¿Qué hay que enseñar? Cuando a John Dewey, eminente filósofo y educador, le hicieron esta pregunta, contestó: "mirad la realidad". Su respuesta, en aquel momento, quería significar el creciente divorcio de la escuela con la realidad. Hoy las cosas no han cambiado sustancialmente: tenemos una escuela pensada en el siglo XIX, con un profesorado formado en el siglo XX y con un alumnado al que hay que educar para el siglo XXI. ¿Qué hacer para superar este eterno desencuentro? En este apretado decálogo de urgencia sugerimos algunas pistas tanto para reflexionar como para actuar:
1. Hay que preguntarse qué conocimientos y competencias necesitará la futura ciudadanía para afrontar dignamente los retos culturales, sociales y laborales del año 2015. Ello requiere un debate público y social, más allá de los gremios académicos que sólo tratan de defender y ampliar los contenidos de su propia asignatura.
2. Cuando se establecen relaciones entre diversos saberes y disciplinas, con propuestas donde el conocimiento se integra y globaliza, se comprenden mejor los fenómenos naturales y sociales. ¿Por qué entonces continuar con el conocimiento troceado en asignaturas?
3. Vivimos tiempos acelerados. Los planes de estudio cada día están más sobrecargados. Para el profesor, lo importante es terminar la materia. Para el alumno, aprobar. Poco importa lo que realmente se asimila y se aprende, algo que requiere tiempos más sosegados para afianzar lo que penetra en la mente.
4. El dominio del lenguaje es fundamental para el acceso y la comprensión de cualquier tipo conocimiento - humanístico, científico y tecnológico- y para las diversas formas de comunicación. Por eso todos los educadores somos profesores de lengua.
5. ¿Qué sentido tiene aprender sólo con libros de texto cuando la sociedad está llena de otros materiales y lenguajes? Los centros deben disponer de bibliotecas-centros de recursos, con variedad de textos, imágenes y tecnologías.
6. No hay educación sin un clima de convivencia democrática. Algo que se logra intensificando el diálogo y las relaciones educativas entre los diversos actores y con medidas de prevención: para evitar que los pequeños problemas aumenten y se desborden.
7. Faltan referentes éticos y morales. Los Derechos Humanos, si se trabajan a fondo, son una excelente carta de navegación. Ahí se condensan derechos, normas y responsabilidades, tanto individuales como colectivos.
8. Se precisa una dignificación de la profesión docente. También una mejor formación cultural y pedagógica que le permita orientar al alumnado en la selección y buen uso de la información para acceder al conocimiento y al pensamiento.
9. La institución escolar requiere la complicidad y colaboración de la familia y de otros agentes que intervienen en la socialización de la infancia y la juventud. Y las políticas educativas han de articularse con las políticas sociales y culturales.
10. Las reformas educativas proponen cambiar muchas cosas pero, en la práctica, casi nada se modifica. Quizás habría que hacer al revés: legislar poco para cambiar mucho. Al menos algunas de las cosas que proponemos u otras que se consideren básicas
Decálogo para otra escuela
Una escuela pensada en el siglo XIX, con un profesorado formado en el XX, debe educar alumnos para el XXI
JAUME CARBONELL SEBARROLLA - 05/10/2005 [LA VANGUARDIA]
¿Qué hay que enseñar? Cuando a John Dewey, eminente filósofo y educador, le hicieron esta pregunta, contestó: "mirad la realidad". Su respuesta, en aquel momento, quería significar el creciente divorcio de la escuela con la realidad. Hoy las cosas no han cambiado sustancialmente: tenemos una escuela pensada en el siglo XIX, con un profesorado formado en el siglo XX y con un alumnado al que hay que educar para el siglo XXI. ¿Qué hacer para superar este eterno desencuentro? En este apretado decálogo de urgencia sugerimos algunas pistas tanto para reflexionar como para actuar:
1. Hay que preguntarse qué conocimientos y competencias necesitará la futura ciudadanía para afrontar dignamente los retos culturales, sociales y laborales del año 2015. Ello requiere un debate público y social, más allá de los gremios académicos que sólo tratan de defender y ampliar los contenidos de su propia asignatura.
2. Cuando se establecen relaciones entre diversos saberes y disciplinas, con propuestas donde el conocimiento se integra y globaliza, se comprenden mejor los fenómenos naturales y sociales. ¿Por qué entonces continuar con el conocimiento troceado en asignaturas?
3. Vivimos tiempos acelerados. Los planes de estudio cada día están más sobrecargados. Para el profesor, lo importante es terminar la materia. Para el alumno, aprobar. Poco importa lo que realmente se asimila y se aprende, algo que requiere tiempos más sosegados para afianzar lo que penetra en la mente.
4. El dominio del lenguaje es fundamental para el acceso y la comprensión de cualquier tipo conocimiento - humanístico, científico y tecnológico- y para las diversas formas de comunicación. Por eso todos los educadores somos profesores de lengua.
5. ¿Qué sentido tiene aprender sólo con libros de texto cuando la sociedad está llena de otros materiales y lenguajes? Los centros deben disponer de bibliotecas-centros de recursos, con variedad de textos, imágenes y tecnologías.
6. No hay educación sin un clima de convivencia democrática. Algo que se logra intensificando el diálogo y las relaciones educativas entre los diversos actores y con medidas de prevención: para evitar que los pequeños problemas aumenten y se desborden.
7. Faltan referentes éticos y morales. Los Derechos Humanos, si se trabajan a fondo, son una excelente carta de navegación. Ahí se condensan derechos, normas y responsabilidades, tanto individuales como colectivos.
8. Se precisa una dignificación de la profesión docente. También una mejor formación cultural y pedagógica que le permita orientar al alumnado en la selección y buen uso de la información para acceder al conocimiento y al pensamiento.
9. La institución escolar requiere la complicidad y colaboración de la familia y de otros agentes que intervienen en la socialización de la infancia y la juventud. Y las políticas educativas han de articularse con las políticas sociales y culturales.
10. Las reformas educativas proponen cambiar muchas cosas pero, en la práctica, casi nada se modifica. Quizás habría que hacer al revés: legislar poco para cambiar mucho. Al menos algunas de las cosas que proponemos u otras que se consideren básicas
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