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Higinio

De la irresponsabilidad

Siempre oí que hacerse mayor es responsabilizarse de los propios actos; es decir, ganar en responsabilidad es “madurar”. La responsabilidad vendría a ser el coste moral de la actuación personal. Puede ser desde la asunción de “culpabilidad” y petición de perdón, hasta la responsabilidad penal ante la sociedad.
Cuando el daño provocado por la actuación personal es grande, está claro que la responsabilidad es mayor. Hace tiempo que hablé de una categoría de prójimos dañinos que llamé hijoputa social y su adlátere el imbécil social, personajes que muy a menudo rehuyen esa responsbilidad y acaban siendo, para más regodeo ante las víctimas, héroes de la facción “ganadora”.
Viene esto a cuento por tanto aprendiz de brujo que arribó a la política en este país llamado –aún- España. Tanto hijoputa social que habla en nombre de pueblos, naciones y demás fantasmas así como de “acomodos” y “capacidades decisorias” frente a cualquier norma establecida previamente y que, es el origen de la Democracia. Ésta es, como se sabe, decisión y norma para decidir. Ambas cosas indisolublemente unidas.
Recuerdo un hecho de mi adolescencia tardía, en la Universidad, cuando nos íbamos a comer (y, de paso, cambiar) el mundo. Ya pasaba de los 20 y, sin embargo, estuve en el grupo de cabeza de una “revuelta” con plante ante un examen... que costó suspensos (la revancha de la profesora) y la pérdida de la beca para un buen número de compañeros. Yo mantuve la beca porque aprobé en setiembre, pero otros no tuvieron tanta suerte y yo les había arrastrado a ello. Fui un irresponsable y ni siquiera pedí perdón entonces. Lo hago ahora. Hace muy poco que rememoré esto con ex compañeros que lo habían vivido también.
También leí muy recientemente una alusión a Vázquez Montalbán cuando decía que su generación (nació en 1939; murió en 2003) había cumplido 40 años al cumplir 20... y que tardó otros 20 años en cumplir los 41. Una estupenda forma de decir que mantuvieron largo tiempo el ardor juvenil de la rebeldía... pero también la ligereza de la adolescencia que juega a la revolución a veces sin medir las consecuencias.
Y esa cita aparecía en el contexto de estos aprendices de brujo del Estatut. ¿Cuál será su responsabilidad ante los perjudicados? ¿Sólo política, perdiendo unas elecciones? En este caso las ganará el más listo de los tontos: Artur Mas, que jugó a dos barajas. Y digo que habrá perjudicados sea el resultado que sea porque esta iniciativa política responde al interés de menos del 10% de la población catalana, y exclusivamente de una franja social que es la que menos puede perder. Si esa franja no ve cumplidas las expectativas que despertó el hijoputa social de origen maño y los otros imbéciles sociales, si no alivian el calentón sufrido, habrá jaleo. Y si ven cumplidas esas expectativas, habrá muchos más que sufrirán las consecuencias de una catalanización desde arriba con una herramienta que les deja más impunes, l’Estatut. Merda per a l’Estatut i per qui l’a fet.

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