Capricho islámico
La noticia aparece hoy en prensa: el ministro de exteriores iraní, abandona una cena en la que iba a tener enfrente a Condoleezza Rice... porque la violinista rusa que iba a amenizar el banquete tenía un vestido rojo ceñido. No era porque le habían puesto cerdo (ni agridulce ni a la plancha), ni vino francés, ni nada por el estilo: era porque una mujer, vestida a la occidental para un acto... es vista por la sucia mirada de un payaso como un objeto de deseo.
Hay que fastidiarse con la búsqueda del mestizaje cultural. Sobre todo cuando no partimos de la misma consideración de lo que es un derecho esencial de la persona: vestirse de acuerdo a unos patrones sociales reconocidos ampliamente.
¿Sabe el payaso del ministro tal que a muchos nos ofende por indigna la vestimenta que su religión impone a la mujer en su país y los de la misma religión? Ni lo sabe ni le importa. Basta la chulería y el reto... porque las "raíces culturales" son firmes. Y de esto, de las raíces, ya hablé mucho en otros artículos. Si por la boca muere el pez, por la raíz muere el árbol. El hombre, por la estupidez. Y ese ministro, no hay cuidado, no morirá por la estupidez pues habría de ser hombre antes.
Maldita moral la que se impone desde las religiones a estas alturas de la Humanidad. Una moral que en todas: EN TODAS, las religiones del libro, universalistas, tienen a la mujer disminuida en su humanidad: al servicio (cualquier servicio) del hombre: es un medio para el hombre. ¿Puede alguien asumir un credo así y luego mirar a los ojos a una mujer como a una igual? No. Por eso abajo la religión y guerra a los que predican. Santo Estúpido es a quien adoran al fin y a la postre.
Así, que no me llamen para una alianza. No es una cuestión de negociación de esto por lo otro: con los derechos humanos, no hay tal.
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