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Higinio

Somos territoriales, jerárquicos y libidinosos...

El profesor y codirector del Proyecto Atapuerca, Bermúdez de Castro, sostiene en su obra de 2010, La evolución del talento, que hemos heredado del ancestro común con el resto de homininos los genes que nos hacen territoriales, jerárquicos y sexualmente impulsivos. Me permito renombrar esto último. Pero si bien esas "cualidades" están en nuestra información genética, los humanos nos diferenciamos del resto de homininos por la civilización. Y no es sólo y sin más, "cultura", aunque siga ésta siendo algo propio del homo. La civilización es una forma de cultura por encima de las culturas. Ya sé que esto va contra la norma hoy, que en vez de civilización hablamos de multiculturalidad. Pero como los defensores posmodernos de esto son seguidores de las "genealogías" para explicar, yo voy a ello también.

Quiero insistir en esto de "civilización". Cierto que viene de ciudad, la agrupación de homo que rompe con la organización territorial tribal y familiar. Sí, pero además quiero especificar: la civilización tal y como los ilustrados la pensaron en el XVIII (y algunos ilustrados avant la lettre en muchos otros sitios). Una "cultura universal y universalizante". Como corresponde a una especie: para todos los individuos.

El territorio de los humanos es la Tierra (de momento). Pero los anti-ilustrados, modernos y posmodernos, no aceptaron esto y hábilmente aprovecharon la coyuntura de que las monarquías absolutas se desmoronaban para sustituirlas como modo legitimador por una entelequia, el pueblo y su avatar, la nación. Así, las fronteras de la Monarquía, serán las de la nación. Al menos al principio, pues enseguida el proceso descendente de la gens, a la familia nos lleva a nacioncitas y nacioncillas por doquier.

La civilización, entre tanto queda para la élite pensante. Y el proyecto universalizador, liberador del humano en su minoría de edad (al modo kantiano), aparcado. Lamentable. El liberalismo progresista derrotado por el doctrinario. El socialismo por una socialdemocracia claudicante en 1914. El comunismo por los "Estudios culturales" de la "Historia en migajas" desde los años 70 acá. Se dice "glocal" para señalar un oxímoron. Se dice somos de (algún lugar) cuando deberíamos decir, "nos paren en un lugar"... y luego elegimos, sí. No sé con cuánta libertad, pero elegimos. Claro que, para elegir se necesita conocimiento...

Triunfo del gen territorial. La tradición gana. Incluso de manera equívoca: el internacionalismo arrincona el cosmopolitismo. Éste aparece como un capricho elitista, cuando es desde la ciudad en cuanto tal como mejor se piensa la universalidad... no desde el territorio que, por otra parte, jerarquiza las ciudades. El internacionalismo va de "pueblos solidarios"... pero con fronteras ¿cómo hacemos para desalambrarlas?

Esto y más, me ronda la cabeza cuando ayer leo la tontería de la izquierda extravagante y divagante ovetense que pedirá el bable como mérito para trabajar en el Ayuntamiento. Olé. La lengua como frontera. La lengua como yacimiento de empleo (y que ya conté en este blog en abril de 2004 a cuento de una anécdota personal). Y, hoy, la noticia: tener apellidos vascos es la garantía de acceso a la política (y lo que de ella se deriva) en el País Vasco. Y así todos los días. El triunfo de la estupidez entre quienes tienen la obligación moral de combatir la tradición, esas supuestas raíces que atan al animal que, con la civilización, encuentra que la libertad es vivir con los otros y de acuerdo a normas.

Vaya con la izquierda ¿? sedicente. Quedo, entonces, huérfano políticamente. Pero no me callaré. El "pueblo" es la gens y ésta un agrupamiento de familias. La eterna sangre como vínculo y como ofrecimiento a dioses. Yo quiero que se hable de gentes, de personas que en civilización aceptan una carta de ciudadanía no por estar en un territorio, sino por ser humanos, lo que no nos distingue entre nosotros. De gente que quiere la libertad de construir su proyecto de vida sin las ataduras de deudas con tradiciones de los mayores que (sin duda) son siempre traiciones de otros mayores. Sin fronteras reforzadas por decisiones políticas.

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