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Higinio

¿Qué votar? ¿A quién votar? (1)

¿Qué votar? ¿A quién votar? Una democracia reducida al mercadeo de votos para ofrecer luego unas “cuotas de mercado” que suponen beneficios en puestos de poder a las empresas-partidos, ofrece pocos alicientes. Pero es la democracia realmente existente. Y participar es tanto un derecho (y cada vez quedan, quedarán menos) como una obligación ¿moral?. Vale. Oído cocina. Pero...
1.- El paquete que uno encuentra en este hipermercado de la política viene cerrado: el blister está tan bien embalado que no se puede separar el contenido. Y, a menudo, ni siquiera el envoltorio es transparente para ver el contenido, la calidad del mismo. Sólo te queda, luego aunque pronto, tirar a reciclar aquello que te sobra. Normalmente es el 80% del paquete. Pero la frustración al tener que tirar tanto del producto no se cura ni con el rebote de sentirte traicionado.
2.- El vendedor tiene permanentemente una sonrisa que captas forzada. Te obliga a sospechar de la sinceridad de su tarea y de la fiabilidad del producto que te vende. Sospecha que aumenta cuando ves que no encajan cosas: bajar impuestos y aumentar los gastos sociales ya no lo entiende nadie. Si, al menos, dijesen que les van a cortar los huevos a los gestores si se pasan y ofreciesen un ejemplo con los actuales al nivel administrativo que sea... Pero no: coches de lujo por aquí, subidas de sueldo por allí, mejoras de despachos por en medio...
3.- La campaña publicitaria de estos agentes comerciales es también de un asqueroso insufrible. Si digo que lo mío es lo mejor por esto y lo otro –y eso debería ser la campaña promocional del producto: lo que decía aquél de “programa, programa, programa”- y que no voy a entrar en descalificaciones, antes de acabar el spot publicitario, me estoy giñando en las falsedades del contrincante y denostando el producto del otro... tan envuelto e inconsistente como el mío. Y eso, que se pretendía acotar a 15 días, quedó que nada de nada: semanas y aún meses soportando ese acoso publicitario. Y, para mayor calamidad, viene acompañado de inauguraciones –como aquel general pantanero-, primeras piedras –pedradas deberían de caerles-, homenajes cientos... y dinero, mucho dinero para esa campaña. Hoy es noticia que el PP tiene muchos más donantes anónimos que el PSOE. Joder: eso es la noticia. Como si el hideputa que tiene pasta a sobrar no desease que el hipermercado del voto mantenga más productos de cagada de gaviota que de cualquier otro ganapán.
4.- Luego resulta que el mercado no es de “competencia perfecta”, no: es un oligopolio. Y eso, precisamente no es una ventaja para el consumidor. Reconozco que las economías de escala no admiten una competencia perfecta. Pero aquí las decenas de empresas empeñadas en ganar mercado, hacen pensar que sólo buscan un altavoz ocasional y rebañar unos euros por voto recibido. Por el contrario, las grandes empresas, tienen una oportunidad para ganar cuota de mercado real: si compra mi paquete le regalo... una pensión, un trabajo, una casa, la luna. Y, como es sabido, una campaña publicitaria a fuer de repetir el spot gana consistencia y realidad; es como eso de una mentira repetida, acaba siendo verdad. Tiempos aquellos de sinceridad (eso sí: semánticamente había un cuidado exquisito) de “puedo prometer y prometo...” pero que no implicaba más que la promesa. Ahora se dice claramente: “vamos a ...” y sustituyen el contar mentiras por lo que más regala los oídos del consumidor.

Continuará....

1 comentario

nando -

ja ja ja... muy bueno, tienes toda la razón del mundo!