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Higinio

Lengua y derecho natural

El artículo debería titularse Nacionalista para decir tonterías, pero una persona a la que respeto como intelectual no aconseja estos excesos verbales (ni otros más bravos que me saldrían si no tuviese tres filtros puestos).
Ya hay mucho dicho sobre capacidad neuronal y defensa de la identidad tribal. Mucho. Pero todavía nos quedará por ver. Mismamente el sesudo discurso que se deja ver en la entrevista que hoy 6 de marzo de 2004 publica La Nueva España al candidato de un partido (o agrupación folklórica) Andecha Astur Germán Abad con el título La lengua propia es un derecho, y un derecho ni se negocia ni se pacta.
Suena con la rotundidad de las palabras del cura en sermón de Semana Santa: Jesús muere para salvarnos a todos. Petición de principio: la lengua de los asturianos es el asturiano. ¿Seguro? ¿Sólo es asturiano el que tiene por lengua materna el asturiano? ¿Cuántos asturianos hay entonces? Apostaría que ni siquiera tantos como votos va a sacar en estas elecciones.
Señor Abad (y lo digo sin coña, porque el apellido como la lengua se te imponen y punto) puede que usted sea más asturiano que yo (si lo dice, yo no se lo discutiré): yo simplemente vivo aquí desde hace 38 años (con la interrupción de un año que viví fuera de aquí, y mis cinco primeros años de vida). O sea: si me preguntan de donde soy, digo que de Asturias. Tampoco me importa ser o no asturiano: se me pide que contribuya con trabajo e impuestos en el lugar en que estoy avecindado. Lo hago. Ambas cosas. ¿Me puede usted pedir “ser asturiano”? ¿Qué derecho natural o positivo va a alegar usted?
Aún más. Y en sintonía con lo que otro luchador nacionaliego de pro: X.Ll. Arias decía días atrás: el asturiano va a desaparecer porque no hay una decidida acción política para su defensa. Se está pidiendo implícitamente una “inmersión lingüística” como me tocó vivir en otros lares. Decisión política que comenzaría por la “oficialidá”. IU incumplió su compromiso, dice usted, al llegar al poder “abandonando las señas de identidad de los asturianos”. Siendo oficial, tenemos ya un derecho ¿natural? y (entonces) positivo al que no tendría más remedio que someterme... para seguir viviendo aquí. Eso sí: la libertad ante todo; la libertad de largarme (no sería exilio porque no me echarían de “mi/su tierra”: me iría por no “integrarme”) no me sería negada.
Y es usted (y gente de su grupo, como aquella portavoz en Llanes que abogaba por un “artista de aquí” para hacer los “cubos de la memoria” –cito de una entrevista radiofónica hace ya tiempo-) quien va a repartir los “carnés de asturiano”. Desde luego, a quien hable asturiano. Pero ¿en qué se parece su bable del que mamé yo desde los cinco años? ¿Me va a venir con la milonga sentimental ( y que comparte un convecino mío que tuvo responsabilidades de gobierno, precisamente con ese intelectual que cité más arriba) de que ese asturiano –jamás bable, que se prodiga en plural- es puramente divino: tres en uno (como también un magnífico lubricante)?. Bailemos un vals...
Es una lástima que universitarios que han tenido posibilidades y acceso a la cultura, se hayan dejado embaucar (y embauquen, a su vez) por discursos “nada liberadores” más que de entelequias. O bien nos hemos quedado instalados en el XIX, o bien actuamos de mala fe: las gentes que necesitan liberarse es de otro tipo de opresión –siguen siendo clase, pero no tribu- “capital”, no la opresión de algo que les hace la vida más sencilla y llevadera, como es una lengua con la que comunicarse con más gente, que abre más posibilidades. ¿Es que sumergir –inmersión implica eso- a la gente en una neolengua va a dar trabajo a “educadores”? ¿Sí? Acabáramos, señores catedráticos, lingüísticas –de Lengua Española, habitualmente-, profesores de Lengua/Llingua... Ustedes tienen la vida resuelta. Busquen otra estrategia para que otros la puedan resolver sin exigirles un precio por la “liberación”. Sin promesas de paraíso aquí con cambiar la normativa de la lengua... u otras que busquen crear “corralitos” (en mi pueblo, diríamos currietchos: lo digo para que sepa de qué parte vengo). Saludos.

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