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Higinio

Razones contra el multilingüismo (3)

La lengua que he mamado.
Una de las cuestiones que refuerzan la “identidad” es el énfasis en “las raíces”. Hay demasiado vegetal (que no vegetariano) que pasa por ciudadano, o sea que se reconoce humano con derechos civiles y políticos (y hasta sociales también).
La condición de ciudadano sólo es asimilable (genéricamente) a humano muy recientemente. Sensu stricto ciudadano es el miembro de la polis en la que participa (y no sólo por que esté avecindado). El ciudadano tiene una patria que son las reglas de juego del demos, de la polis. Y en la medida que esas reglas de juego (Constitución las llamó ya Aristóteles) son para un territorio delimitado por unas fronteras, pues se puede extender la patria a todo ese territorio. Pero, ¡ojo!, no el territorio per se, ni siquiera como fuente de recursos (eso lo hacen ya los animales territoriales).
Expresiones como “hacer patria”, “la tierra”, etc. apuntan a esa condición de vegetal: es donde se arraiga, donde se echan las raíces. Y uno de los aspectos “radiculares” es la “lengua que se ha mamado”. Otra cosa es que eso, además sea siempre así.
Y es el caso de tanto imbécil (más algún hijoputa social del mismo tenor) que ha nacido a una lengua “vernácula”. No. Y mucho menos quienes ahora tienen entre 35 y 60 años. Y si lo afirman, mienten.
Otra cosa es la imaginación: dos días que estuvieron con los abuelos en el pueblo y cuatro palabras que oyeron en otra lengua que no era el castellano, y esa es la lengua que han mamado. O, si los padres de críos los llamaban “nano”, “ninot” “neno” o “nin”. No mucho más era lo que “mamaban”. O sea un habla particular.
La lengua vernácula la aprendieron mucho después y en el magín la llevan muy atrás. Y como los tiempos actuales vienen preñados de felicidad para las identidades plurales pues ándele usted: desde el panocho al asturgalego, pasando por el euskara o el montañés.
Salvando un 10% de la población española actual, el español (o castellano para los más plurales) fue la lengua materna de todos hasta los que nacieron en la década de los 70, que ya fueron “nazionalizados” en la escuela autonómica.
La imaginación y la memoria (selectiva) pueden hacer madre a cualquier lengua. La realidad es otra. Pero no ofendamos a los que declaran madre putativa a una lengua “minoritaria y minorizada”. Los tiempos de “liberación” a través de la exhibición han llegado. No son el final de los tiempos pero sí la llegada de los “nuevos bárbaros”.

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