Democracia directa
No voy a realizar desde aquí un tratado o ensayo sobre la Democracia. Ni puedo ni me siento capaz de tanto. Pero algo sí que puedo decir. Incluso a partir de la propia palabra griega, de su filología. "El poder del pueblo", se dice. Pero hay mucho que matizar aquí.
El poder político (todo poder es político, claro, pero vamos a circunscribirnos al que se ejerce sobre un colectivo) es la capacidad de hacerse obedecer por el colectivo. Entonces tendríamos que "el pueblo se hace obedecer por el pueblo". En teoría es posible porque la imaginación es infinita. Pero en la práctica, en la "realidad real" eso no es posible porque el pueblo, el demos o la sociedad es un agregado de individuos... "individuales". El poder debe ser delegado, debe estar en algún sitio concreto. Ese sitio son las instituciones políticas. Y en éstas, hay personas. Sólo puede haber personas.
Entonces, la Democracia sólo puede ser un método de regulación para el ejercicio de ese poder. Se puede, incluso, aceptar que "el demos" (lo de pueblo lo matizaremos en otro momento) sea quien tiene la última palabra y puede tanto relevar a quien "detenta" el poder, como negárselo y arrebatárselo, como alterar las reglas o normas del ejercicio del mismo.
Es a partir de esa concepción de la Democracia como regulación del poder político con el demos como determinante cuando se pueden añadir "etiquetas" como representativa, ciudadana, directa, liberal, socialista... Vamos a ver la que, a primera vista, puede ser la más genuina, la directa. Veremos que no lo es tanto porque en "lo social" jamás hay una causalidad directa y única: son múltiples los factores intervinientes y todos tienen un papel destacado en la configuración de la acción que dará lugar a una situación nueva.
Un ejemplo de democracia directa era la que se ejercía ya en la Grecia clásica, en la asamblea o Ekklesia. Pero ¿no era ahí el ámbito del "demagogo"? Es decir. Las propuestas, las normas, se presentaban y votaban sobre la marcha. Cualquiera podía hacerlo, pero todos sabemos que era menos de un tercio (unos 5000 atenienses) los que acudían regularmente. El resto asumía por grado o por fuerza lo que se decidiese. Fue el verbo de individuos como Pericles el que daba el tono y marcaba la dirección de la mayoría de las decisiones. Y sus rivales podían llegar a pedir (y conseguir si el discurso y el momento era apropiado) el "ostracismo" para el demagogo que quedaba en minoría. Era el peor castigo, mayor que la pena de muerte.
O sea, que con la posibilidad de decidir directamente está la realidad de hacer coincidir oportunidad, miedos, expectativas... y conocimiento (real e informado para los votantes), amén de que todo ello es doble: colectivo e individual. Demasiados factores para que la racionalidad sea lo que salga al final en el momento de votar. Habermas y su democracia dialógica no son posibles más que en el horizonte... que siempre se aleja cuando avanzamos hacia él.
El conocimiento cabal de lo que se vota, junto con la moralidad de la persona que vota hacen imposible aceptar como la única democracia posible la democracia directa. ¿Un ejemplo? En Suiza, la tan alabada por los federalistas (que confunden confederación con federación) se está ahora mismo planteando que sea la comunidad (¿es el demos o la tribu?) del cantón o del pueblo la que decida quién es vecino-ciudadano de pleno derecho. Eso es democracia. Para qué queremos Declaración Universal de Derechos Humanos...
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