Democracia directa (3)
Tenía pensado ya hacer una alusión al ejercicio de "democracia directa" tan querido por muchos y ejercido por los irlandeses días atrás sobre el Tratado de Lisboa que sustituyó a la pomposamente llamada antes Constitución Europea. No lo era: era un tratado internacional. Y éste, con ese nombre, no fue aprobado en Irlanda donde, constitucionalmente, los tratados internacionales deben ratificarse en referéndum. Es decir: ni los poderes ejecutivo (que conduce la política exterior) ni el legislativo (que "representa" y hace la ley, además de controlar al gobierno) que, en las democracias actuales, representativas y denostadas ellas por alejarse del ciudadano... pueden hacer algo aún en riesgo de parálisis.
Es un ejemplo del ejercicio práctico de la democracia directa "plebiscitaria". Nada que objetar, salvo lo que me ha motivado a escribir esto hoy y no más tarde. Es el artículo de Pacho Unzueta en El País y que titula Mentalidad de nuevos ricos Quería ponerlo aquí, pero temo incurrir en la cada vez más estrecha senda del "derecho de propiedad intelectual". No es mío el artículo, claro está, pero dice en él que Irlanda, al decir que no, "demuestra, paradójicamente, la necesidad de ese Tratado, destinado a adaptar el funcionamiento de la UE, y especialmente los mecanismos de toma de decisiones, a la ampliación de 15 a 27 socios. Para evitar que, por ejemplo, un país con 4 millones de habitantes (1% del total) pueda condicionar a una entidad de casi 500 millones" Luego, liga lo ocurrido en Irlanda con la pretensión del País Vasco de su "soberanía". El paralelismo es grande, dice: recepción de inversiones para desactivar terrorismo, ventajas fiscales... y elevación de la renta que, ahora, no quieren compartir ni perder control sobre la fiscalidad.
Pero no es el paralelismo lo que yo quiero resaltar hoy aquí, aunque ya se sabe mi "afición" a criticar el egoísmo nacionalista. No. No es eso hoy. Es la suficiencia de unos pocos para destruir un proyecto de muchos. En el mismo periódico, Luis Bassets señalaba hoy también que Europa ya no está en la timba, es decir, en la mesa donde se juega el futuro mundial, en la dirección de los asuntos mundiales. También, como nuevos ricos y timoratos, nos quedamos afuera y nos comen la tostada otros países grandes (potencias regionales, se dice) donde tienen menos escrúpulos con al democracia representativa. Incluso con la democracia.
Lejos de mi renunciar a la democracia por una dirección autoritaria de los asuntos internacionales. No. Pero sí tengo que traer aquí que las peloteras de alto contenido retórico y magnífica oratoria de comienzos del siglo XX de nada sirvieron para afrontar el enfrentamiento bélico y las crisis múltiples que se plantearon. Ganó el ejecutivo en todos los campos y hasta se llegó a un autoritarismo bestial... recién adquirido el sufragio universal. Más democracia se pidió pero llegó la revolución. Y ante el miedo, cuando pasó la crisis bélica (la segunda guerra) se "concedió" el Estado del Bienestar. Hoy también en cuestión. Se pretendía garantizar derechos al ciudadano pero se le pedía implicación a través de la democracia representativa (no se olvide que el Estado del bienestar es una invención de la socialdemocracia y la democracia cristiana, en ambos casos "partidarios" y defensores de la representación: de agentes sociales, de movimientos y de partidos). El referéndum era un asunto del autoritarismo.
El 68 puso punto y final a aquello porque el Estado del Bienestar adormecía. Por cierto, el 68 francés forzó un referéndum que De Gaulle pretendía ganar y perdió: un símbolo, creo, de los tiempos que llegaban. Pero donde no había Estado del Bienestar, se aspiraba a él con toda el ansia posible. Ahora, nuevos ricos, nuestros problemas son como en la época del fabuloso imperio bizantino: ¿de qué sexo son los ángeles? Hoy, también, podríamos discutir si son siete o son nueve las escalas de los ángeles. Y lo discutiremos a mano alzada y asamblea, porque no aceptamos que alguien lo investigue y luego nos lo cuente. Pero vendrán los bárbaros...
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