Fiesta y gasto público (social, claro...)
Reconozco mi poca inclinación a la fiesta, que no al descanso. Admito que es necesario para la cohesión social crear espacios y tiempos de encuentro y relación en torno a cuestiones que generen consensos amplios. Creo que es necesario y bueno para la "salud colectiva".
Dicho esto por delante, voy a la parte "cultural" del asunto. Esos encuentros sociales amplios se basan en liturgias repetidas; una regulación asentada y que se encarga a entes a los que se les reconoce su papel director. Suele dársele al ente y a la liturgia un baño de legitimidad con esa apelación a la "tradición", casi siempre confundida con "historia". Ya en otra ocasión me paré a distinguir una y otra. Y no será la última, pero no hoy.
Esa liturgia y ese ente tienen gastos. A veces enormes y sin control porque variables diversas intervienen: emulación y superación de vecinos y de fechas anteriores, grandonismo (especialmente en Asturias y Vasconia), multiplicación de actividades, "actualizaciones"...
El término cultura debe ser uno de los que tienen mayor número de significados (como la palaba baúl, "cosa") y, sin embargo, mantiene un aura positiva en nada desvirtuada a pesar de las tonterías que se hacen en su nombre. Cultura es el maltrato animal como divertimento de un colectivo; cultura es cualquier barbaridad inhibidora de derechos de la persona si es "tradicional"; cultura es la estupidez supersticiosa; cultura es... cualquier hábito humano que tiene proyección social, es decir, más allá de un individuo solitario.
Como la cultura no es algo concreto y limitado para objetivarlo, en esa inmensidad cabe casi todo o todo. Entonces ¿quién es el listo que se opone a "la cultura"? Es oponerse a un colectivo que se "religa", se identifica y se extasía en esa "su cultura". Y, sin embargo, quisiera ir contra ella en alguna de sus manifestaciones. Supongo que es porque tengo derecho (humano) a opinar y expresar esa opinión.
La fiesta es necesaria. Sí, pero ¿estas fiestas? Un ejemplo. La fiesta gijonesa que se conoce como "Semana Negra" con más de 20 celebraciones anuales encima y que ha propulsado el nombre de Gijón vinculado a un evento muy específico. La fiesta ha cambiado enormemente desde su origen: en emplazamiento, en tamaño, en actividades y en polémica. Nadie sensato negará la importante publicidad para la ciudad (acaso más que la marca "Sporting") y lo que ha permitido con el otro evento veraniego que viene a llenar la mitad de agosto -la Feria Internacional de Muestras de Asturias- multiplicar la oferta hotelera y ampliar el negocio hostelero hasta límites impensables hace 25 años.
Pues bien. Esa fiesta, que no gusta a la "derechona" de la villa porque viene teñida de "rojerío" (en su factura inicial, en su director y gestor, en su vinculación al PSOE, en buena parte de los participantes en la parte literaria...), esa fiesta, digo, va a ser borrada para el próximo año porque, dice la actual regidora, es muy costosa: 200.000 euros. Para ello no sólo ha tirado de la subvención que se le da sino de todos los servicios que implica: limpieza, seguridad, transporte... Seguramente no están los tiempos para gastos así, claro está. Pero lo que hay detrás -lo sabemos todos- es la oposición de la derecha "social e ideológica" que rechaza ruídos y gentes... cerca de su casa. Precisamente ruídos y gentes que han reducido el montante que el ayuntamiento debía allegar al tiempo que multiplicaban los ingresos de los hosteleros de la ciudad.
La fiesta, digámoslo claro, tiene un componente económico grande como generador de ingresos para varios colectivos, pero especialmente para el hostelero. Suelen contribuir, claro está, a la actvidad. No sé si en proporción directa a sus ingresos, pero suelen contribuir... Desde los comités mixtos de turismo (administración-empresa) suelen planificar esas fiestas, pero no sé si su coste se distribuye desde ahí también. Lo que me parece, desde luego, inusual, inédito e insólito es lo de Cangas del Narcea. Para la posteridad, pero también para recordar próximos recortes y encontronazos trabajadores-ayuntamiento.
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